Twitter nos concede ciento cuarenta caracteres para retener urgentemente cada instante cotidiano que queremos elevar a la categoría de importante.
Hemos vuelto de las vacaciones y de buena gana nos iríamos a otro lugar “urgentemente” para sentirnos parte de otro paisanaje en el entorno de otro paisaje. Necesitamos “urgentemente” buscarnos a nosotros mismos donde nunca hemos estado antes, y sentirnos lo que nunca hemos sido. Eso es lo que llaman turismo emocional, el que nos permite encontrar los trozos propios que hemos ido abandonando como jirones en las cercas y las púas de lo cotidiano. La vida, la mayoría de las veces, se nos muestra como la alambrada que hay que saltar cuando huimos de nuestras buhardillas interiores.
Desde que somos europeos de derecho, es decir, hijos adoptivos con vocación de hijastros de la Europa eslava, sajona y normanda, en el Mediterráneo vamos perdiendo la calle como extensión de nuestras almas. Cada día que pasa, las convergencias macroeconómicas para salir de la crisis nos van quitando un trozo de calle al caer la tarde. De nuestra calle como seña de identidad.
Y al concluir la cena, ante la inquietud de no saber el color del futuro que nos habrá de amanecer mañana, nos abandonamos en los brazos del sillón de la salita sin más argumentos para dar una efímera cabezada que comernos el mundo de canal en canal, el incierto mundo de los escasos quince metros cuadrados que rodean nuestro sillón y el televisor.
Sin darnos cuenta nos hemos ido convirtiendo en carne de audiencia. Las salitas de nuestras casas cada vez se parecen más al camarote de Groucho Marx con tanto personaje y personajillo que se nos cuela por la pantalla. ¡Pronto, que nos devuelvan la calle y su cultura o acabaremos perdiendo también el pan con aceite y el geranio que al paisanaje mediterráneo nos brota en el costado del corazón con el primer llanto, nada más nacer!
Dicen que nunca duelen dos cosas a la vez. Es por ello por lo que nunca sabemos si nos duele más lo urgente o lo importante.
Acabo de escribir en mi twitter: @suarezgallego “Malditas sean las prisas para no ir a ninguna parte”.
De todas formas seguiremos esperando a Godot. Y si viene estaremos salvados.
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