El
infanticida Herodes ha pasado a la historia de las puñeterías por ser el
paradigma de todos aquellos que han pretendido degollar la esperanza desde su
raíz más tierna. Intentó aniquilar conceptualmente la única virtud que nos
queda después de habernos vapuleado la fe con el falso misticismo de los
oropeles y las parafernalias barrocas. ¿Qué hubiera sido de los que todas las
primaveras andan buscando escaleras para subir al madero, si el prefecto de
Judea, Poncio Pilatos, en un arrebato de insensatez política en vez de lavarse
las manos como un cobarde, hubiera liberado a Cristo?
La esperanza, que intentara erradicar Herodes a machetazos sobre
cuerpos indefensos, es lo único que nos queda también cuando la fe se nos
diluye ante situaciones susceptibles de ser resueltas con la caridad, esa otra virtud que bastantes veces nos
sonroja cuando se la utiliza para tapar injusticias que claman al cielo. La
caridad, se mire por donde se mire, es la virtud que nos mantiene en pie cuando
hemos perdido todas las demás, incluida la esperanza de no perder la esperanza,
de ahí que Herodes, y todos los reyezuelos que regentan el desaliento, siempre
hayan puesto especial interés en cercenar
manu militari a todos los profetas
que prometen la llegada de un salvador de causas perdidas, o de un libertador
de sempiternas cadenas.
Frente a la crónica de lo cotidiano, cada día, se me clavan como
escarpias los ojos de los niños desvalidos y maltratados. Y experimento cómo mi
silencio cómplice me hace sentirme un Herodes. El mundo subdesarrollado cada
vez más nos exige la oportunidad de participar en el progreso –a pesar de la
crisis-- que les hemos ido hurtando durante siglos en los que a cambio de la fe
sumisa en el gran “bwana” blanco le hemos esquilmado sus recursos y les hemos
provocado circunstancias sociales fundamentadas en la injusticia y la avaricia.
Me moriré sin llegar a entender
por qué algunos se empeñan en hacer pobres durante todo el año para luego poder
hacer caridad con ellos en Navidad, culpando de todo ello a Herodes.
(@suarezgallego)
Publicado en Diario JAEN el domingo 6 de enero de 2013