miércoles, 5 de septiembre de 2012

Bestiario




Ilustración de Ana maría McCarthy , “La colmena y El Patio de los Naranjos”


Fue el cineasta bilbaíno Víctor Erice quien en su película “El espíritu de la Colmena” (1973), nos contaba, a modo de leyenda subliminal de posguerra, la fascinación de una niña rural por la figura de Frankenstein. Todos, al fin y al cabo, vivimos atrapados por la colmena y su espíritu, que por un lado nos tiraniza con su sistema férreamente organizado, y por otro nos permite hacer de la imaginación la mejor solución para sobrevivir en la geometría impersonal de sus celdillas  hexagonales.

La colmena, sobre todo en épocas de crisis como ésta que ahora vivimos, es el paradigma del espíritu de  solidaridad y colaboración de una sociedad que habiendo sido amamantada por las vacas gordas, ahora se defiende de las dentelladas rabiosas de las vacas flacas, como si se tratara de cerdos en su marranera viviendo la existencia feroz de la pocilga. A mordiscos y hocicones defienden su comida y su rodal de podredumbre, compartiendo con sus congéneres sólo el lodazal y la inmundicia en la que todos se revuelcan --y nunca mejor dicho-- como marranos en un charco.

A las abejas, por el contrario, las une la perfección de sus panales,  la utilidad de su cera y la golosina de su miel. A los cerdos que comparten zahúrda  y marranera los mantiene unidos, en una palabra, la mierda común en la que retozan y con la que se embadurnan.

En el fondo, todos  aspiramos a convertirnos en la mosca cojonera de nuestras moscas cojoneras, y  esa metamorfosis hace que el inquieto mulo del destino siga dando violentas coces en la cuadra de nuestras conciencias. Impagables moscas, que volando como abejas emuláis a los cerdos, pero nos mantenéis despiertos y ligeros de equipaje a la sombra estéril de los vanidosos laureles.

Bien que lo dice don Quijote después de ser apaleado por los presos que él mismo liberara del cordel de condenados a galeras: “Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar.


(Twitter: @suarezgallego)

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