Hay veces que ante la Puerta del Destino te das cuenta de que hay cosas que no te cuadran, pero como matemático y poeta te consuela comprobar que desde los tiempos de Pitágoras, un ángulo recto, dos catetos y una hipotenusa, resolvieron la ecuación de sus relaciones cordiales.
Tras la Puerta del Destino siempre hay una playa en la que naufragar, la Playa de los Paramecios, en la que no dejan naufragar a nadie que sepa Geometría.
Cuestión de escuadra, compás y saber nadar, para que no te quiten la ropa de quedarte desnudo ante la Puerta del Destino.·.
© José María Suárez Gallego
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