Mira, paisano, los indios de las lejanas riberas del lago Maracaibo, en la actual Venezuela, dicen que todo hombre o mujer, ya sea joven o viejo, rico o pobre, bueno o malo, muere tres veces: La primera cuando lo hace la carne, la segunda cuando desaparecen los huesos, y la tercera cuando se cae en el olvido de las generaciones, siendo ésta, según parece, la definitiva.
Es por ello por lo que en los pueblos se recurre a bautizar los lugares de uso común con el nombre de las personas que queremos recordar en la memoria colectiva. Algo que no siempre es fácil, la verdad, porque priorizar entre lo urgente y lo importante a la hora de encumbrar al recuerdo, o relegar al olvido, a los que creemos que lo merecen, es un encaje de bolillo que se suele tejer con los avatares del momento.
Personalmente, paisano, preferiría que si tuviera que dar mi nombre a un lugar público fuera a alguno que no ambicionara alguien, así nadie tendría el menor interés en cambiarlo cuando muerta mi carne y desaparecidos mis huesos, no quedara de mí más que mi nombre esculpido en el tiempo. Uno de esos sitios bien podría ser el vertedero municipal, hoy eufemísticamente llamado “planta de reciclaje de residuos urbanos”. Vamos, paisano, el basurero de toda la vida. Si mi carne y los huesos que de mi sirvan los he donado para que sean “reciclados” en otros cuerpos y puedan seguir dando vida, ¿por qué no ha de servir mi nombre como estímulo para que se recicle también todo aquello que ya no queremos o no nos sirve? Te aseguro, paisano, atendiendo a tres adjetivos muy actuales, que cuando ya no se puede ser ni saludable ni terapéutico, lo mejor es ser sostenible.
El próximo sábado en Carboneros se inaugurará el polideportivo municipal, y su alcalde, mi buen amigo Domingo Bonillo, junto a su corporación, le han puesto el nombre de Álvaro el Bosque, hijo del seleccionador nacional Vicente del Bosque, que es ese chico con síndrome de Down que vimos con la camiseta de “La Roja” en el autobús triunfal de los campeones del mundo de futbol junto a los Iniesta y a los Casillas, expresando con su sonrisa un “y yo también” en nombre de todos aquellos que “también son y están” en la realidad de nuestros días. La tierra que se extrajo para poner la primera piedra del edificio la recibirá Vicente del Bosque como Colono de Honor de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, la Olavidia de nuestros anhelos, y un partido de futbol sala entre jugadores de Madrid y Jaén con síndrome de Down será su primera actividad. El saque de honor lo hará Pablo Pineda, actor y primer licenciado europeo con este síndrome. Todos llevarán en la camiseta un lema: “En Carboneros: ¡También podemos!”. Y te aseguro, paisano, que pueden.
Publicado en Diario JAEN el martes 2 de abril de 2013
(@suarezgallego)
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